La situación actual de las universidades venezolanas evidencia no solo una crisis económica, sino también institucional —con efectos profundos en la autonomía, la calidad académica y el futuro del sistema universitario.

Pese a los recortes, hay señales de resiliencia. Las universidades siguen funcionando con limitaciones, mantienen presencia internacional y se reivindican en defensa de la autonomía y el derecho a la educación.

Presupuesto y desafíos estructurales

La crisis ha provocado lo que muchos observadores describen como una “crisis de funcionamiento”: escasez de personal, deterioro de laboratorios y espacios físicos, fuga de talento docente, y abandono progresivo de la investigación.

Se reitera que las universidades públicas venezolanas siguen con un déficit presupuestario superior al 95 % por quinto año consecutivo, situación que deteriora infraestructura, servicios estudiantiles y la calidad educativa.

Este problema se agrava con la reducción en la asignación de recursos para servicios básicos como comedores, transporte estudiantil y becas, lo que afecta directamente a estudiantes y personal docente.

Deterioro institucional y perdida de la autonomía

Este año 2025 continúa la erosión de la autonomía universitaria: según el Observatorio de Universidades (OBU), muchas denuncias de la comunidad académica apuntan a injerencias estatales en decisiones internas de las instituciones.

Se han reportado dificultades para nombrar autoridades legítimas en varias universidades autónomas, lo que genera incertidumbre, debilita los procesos democráticos internos, el desgaste de las autoridades con lapsos vencidos y reposición, de las autoridades fallecidas, por designación.

Las restricciones financieras y administrativas han reducido la capacidad para mantener infraestructura, laboratorios y servicios esenciales, lo que pone en riesgo la continuidad de los programas académicos y de investigación.

Impacto sobre los estudiantes, comunidad académica y personal.

Los estudiantes carecen de servicios básicos: comedores, transporte, becas; lo que aumenta la deserción o limita la permanencia en los estudios.

El personal docente y administrativo lleva años sin ajuste salarial, lo que genera éxodo de profesores e investigadores hacia otros países o el sector privado y afecta la calidad educativa.

A consecuencia de estas condiciones, muchas universidades luchan por sostener la enseñanza, algunas sobreviven gracias al esfuerzo del personal y de estudiantes, más que por apoyo estatal.

La decisión de eliminar las pruebas internas de admisión en niversidades públicas, reemplazándolas por mecanismos del sistema nacional, ha sido criticada y es motivo de debate por afectar la autonomía universitaria y la calidad de ingreso. Algunos sectores consideran esta medida como parte de una estrategia mayor que busca controlar el perfil social y político de quienes ingresan a la universidad.

A pesar de las dificultades, la universidad pública venezolana continúa abierta y sigue figurando en rankings internacionales, lo que subraya su trayectoria y reputación académica histórica, aunque con claras limitaciones estructurales.

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